La Cultura popular, muchas veces se escribe en servilletas, que luego se pasan a papelitos y después a una foto del celular y más tarde a una A4 y finalmente al escenario. No es malo este recorrido, diríamos que es hasta lógico y necesario. Pero existe otro paso imprescindible que es el registro, que eso que fue plasmado en el escenario no se pierda. De este modo se sabe el recorrido, los pasos que se dieron e incluso lo que fue tachado.

Cuando ese registro no se hace o por distintas causas se pierde, perdemos el “cómo” se llegó hasta el lugar donde uno está parado.

Afortunadamente, Los Movedizos de Villa Crespo fueron guardando los principales hitos de este recorrido, las fotos que hoy nos hablan del ayer. ¿Cuántas veces en las murgas no recordamos lo que cantábamos una década atrás, o cómo era el desfile cuando empezamos, o quién decía la glosa de retirada? El no saber cómo fue llegar hasta este lugar, nos hace repetirnos, echar mano de los mismos recursos y esto atenta directamente contra el crecimiento de la murga.

Los Movedizos nacen en los 90, década importantísima para la historia del Carnaval porteño, donde florecen las agrupaciones ya no solamente en las esquinas o plazas. De la mano de Coco Romero, desde el Rojas, comienzan a multiplicarse los talleres de Murga en Centros Culturales, sindicatos, colegios, parroquias, etc. Y desde esos lugares donde fueron concebidas salen al barrio, a la plaza, al vecino o vecina que oye el bombo que se pregunta quiénes son y qué hacen. Así nace esta murga, en el Centro Cultural Osvaldo Pugliese donde Luciana Vainer y Maru Díaz le ponen levadura a un grupo de gente que se encuentra con la Murga, ese arte netamente colectivo y que está empeñada en contarle al mundo que son de una barriada que rescata el arte popular y está decidida a salir a la calle. Pero ya sabemos cómo son estas cosas: comienzan a aparecer poetas que se lanzan a hacer letras y glosas, músicos y músicas que se calzan el bombo con platillo y sacan esa voz que tenían guardada desde la escuela primaria y bailarines y bailarinas que sobrevuelan los corsos.

Entre esa tribu escondida de artistas están Fausto Arce y David Beltrán Núñez que deciden escribir las canciones, buscar melodías y recrear sin cansancio los ingredientes de la Murga. Y lo hacen a veces a tientas, otras con más seguridad, pero siempre con ese anhelo de crecer y hacer las cosas cada vez un poquito mejor. Así escriben y se muestran los temas, y borronean críticas, y sacuden las neuronas buscando metáforas y se preguntan y encuentran el mejor término para que cada uno de los que los escuchan, se sientan identificados y palpiten que “esta gente de  Villa Crespo habla de lo que yo pienso”.

25 años, glosas y poesías, críticas y canciones, estrofas y versos.

Gracias, inmensas gracias a los Movedizos por esta historia, por esta huella que salió desde el barrio a cantar y bailar por todo el universo, pero que a la madrugada vuelve a Villa Crespo, a tomar el misterioso elixir del arte popular.

Gracias, compañeros y compañeras. Gracias Movedizos.